The Túzaro

Por qué me molesta que se utilice la palabra becario con tanta ligereza

Posted in Éste y sus cosas, Lecturas y reflexiones, Rollos de la tesis by thetuzaro on 23 agosto 2011

En estos días de verano es bastante habitual que los periódicos adelgacen el número de páginas, aligeren los contenidos e incluyan secciones especiales con artículos de fácil lectura para pasar los calores de un modo más ameno. Del mismo modo, las cadenas de televisión aliñan sus informativos con reportajes banales, pero de fresco sabor veraniego. Es en estos días, también, que la exigencia de calidad de unos y otros se relaja (aún más de lo normal) y es más habitual encontrarse con gazapos de lo más variopinto.  El porqué de estos errores brota de los labios de lectores y espectadores como accionado por un resorte: la culpa es del becario, que anda despistado.

La regla de que lo que salga mal es culpa del becario se aplica todo el año, pero es en esta época, cuando los trabajadores de verdad, los que no se equivocan nunca, los de plantilla, están de vacaciones, cuando se puede aplicar con los ojos cerrados y sin fallar nunca. La regla es conocida por todos y se ha convertido, hoy por hoy, en un lugar común. La aplican jóvenes, viejos… y, tristemente, también becarios. Así, la imagen de este colectivo, que bastante deteriorada quedó ya tras el asunto Lewinsky, se relaciona popularmente con torpeza, vagancia y despiste.

Alguien que disfruta de una beca no es alguien que no sepa hacer la o con un canuto al que, precisamente por eso, y antes de darle definitivamente por perdido, le han buscado un quehacer para que pase la tarde y, con un poco de suerte, aprenda un oficio. En la inmensa mayoría de la ocasiones, un becario es alguien que, muy probablemente, tenga una carrera o la esté acabando, que hace el mismo trabajo que los que le rodean, que no tiene contrato y que recibe muy poquito dinero a cambio de su trabajo. Simplemente.

Considerar que los errores siempre ocurren porque hay un becario detrás es juzgar la capacidad profesional de una persona por la calidad de su relación laboral con el centro de trabajo: es pensar que el que cobra menos es menos capaz. Se nos llena la boca de solidaridad obrera, pero siempre y cuando sea para que los fuertes sean solidarios con nosotros, no cuando nosotros tenemos que solidarizarnos con los más débiles. Esta curiosa modalidad de solidaridad obrera es, como poco, repugnante.

A las personas hay que juzgarlas por sus obras, y no por su sueldo o por si van a cobrar paro cuando se acabe su beca. Que haya gente en peores situaciones que las nuestras debería despertar en nosotros las ganas de luchar por mejorar las condiciones laborales de todos, y no despertar las ganas de hacer chascarrillos mientras nos gastamos en cañas y tapas el dinero que hemos ganado haciendo un trabajo que puede perfectamente ser menor y de menos calidad que el de un becario.