The Túzaro

Brian Cox y la divulgación científica en televisión

Posted in Columnas, Lecturas y reflexiones by thetuzaro on 6 enero 2011

Actualización del 6/1/2011:  Hoy se ha empezado a publicar en la revista British Medical Journal una investigación periodística sobre cómo el famoso artículo de The Lancet que relacionaba la administración de la vacuna triple vírica con la aparición de autismo en niños fue un fraude. He encontrado una columna de opinión del The Telegraph en la que se habla de la repercusión que tuvo el caso en los medios desde una perspectiva parecida a lo que cuento más abajo sobre la equidistancia. En particular, dice que (traduzco)

[…] la culpa la tiene la obsesión de los medios con la «neutralidad». «Neutralidad» en este caso significa otorgar igual peso a dos opiniones opuestas. Esto puede que funcione en el periodismo político, pero cuando se trata de asuntos médicos y científicos suele implicar tener a una persona que «está de acuerdo con la ciencia» (en general un experto en el campo) y alguien que no lo está, lo que con una deprimente frecuencia significa un lunático o un teórico de la conspiración. Estas dos visiones no pueden tener igual peso de la misma forma que las de un ministro del Gobierno y su opositor mientras discute sobre educación o el sistema nacional de salud […].

La Fundación Richard Dawkins para la Razón y la Ciencia tiene un repositorio bastante generoso de vídeos más o menos divulgativos sobre cuestiones relacionadas con el propósito de la fundación. Aunque todos los vídeos están en inglés, es de esperar que algunos de ellos estén o acaben estando disponibles en versión subtitulada en Youtube o páginas similares.  En su mayor parte, son vídeos que podríamos clasificar como de ateísmo militante, aunque, en menor medida, también hay un buen puñado de vídeos relacionados con la difusión del conocimiento científico. Es el caso del altamente recomendable diálogo entre Neil deGrasse Tyson y el propio Dawkins, The Poetry of Science, o la charla titulada Science: A Challenge to TV Orthodoxy, que protagoniza el conocido a veces como «físico estrella del rock» o «estrella del rock convertido en físico», Brian Cox, y que es sobre lo que quiero hablar hoy.

Brian Cox es un físico de partículas, profesor de la Universidad de Manchester, que trabaja en el archiconocido Large Hadron Collider, Gran Colisionador de Hadrones o LHC [1]. Lo de «estrella del rock» le viene porque tocó en un par de grupos en los ochenta y en los noventa, alcanzando un cierto éxito. En la charla que quiero comentar, ofrecida en una serie de conferencias por y para la Royal Society of  Television británica, el Profesor Cox analiza someramente cuál, en su opinión, debe ser el papel de la televisión a la hora de divulgar el conocimiento científico y cómo puede mejorar su función. Creo que es un tema muy interesante, puesto que, para la gran mayoría de la población, para casi todos los que no se dedican de alguna manera u otra a la ciencia, la televisión es uno de los pocos medios, por no decir el único, por el que pueden adquirir cierto conocimiento científico. Sin embargo, también me parece un tema la mar de interesante por otro motivo, y es que en demasiadas ocasiones, el periodista pregunta al científico, coge la información que recibe, se la pasa por el forro, y elabora una información rayana al sensacionalismo que deja al espectador más liado de lo que ya estaba el pobre [2].

Brian Cox centra su discurso sobre cómo tiene que divulgar la ciencia una televisión de calidad en tres puntos. En primer lugar, el requisito indispensable de que la información sea ofrecida de una manera imparcial. En segundo lugar, la conveniencia de exponer puntos de vista polémicos, pero guardando una serie de condiciones. Por último, la necesidad de comunciar con exactitud, pero manteniendo el interés y la emoción.

Dice el profesor Cox en su charla que  la información que se de en un documental televisivo debe ser imparcial. Pero, ojo, la imparcialidad no hay que entenderla como una equidistancia entre todas las opiniones existentes. No se trata de dedicar el mismo tiempo a todas las opiniones discordantes que pueda haber sobre un tema (científico, que quede claro). No es cuestión de hacer un documental sobre la llegada del hombre a la Luna, y dedicar 30 minutos al viaje, y otros 30 a darle publicidad a los que creen que todo es un montaje del tres al cuarto.

Brian Cox redefide la imparcialidad de un modo con el que no puedo estar más de acuerdo. El punto de vista imparcial es el consenso científico. Dicho así suena muy fuerte, ¿verdad? Siempre puede uno pensar que los científicos son una secta maligna que quiere dominar el mundo con las armas nucleares que guardan en sus laboratorios secretos del centro de la Tierra. Así es como sale muchas veces en las películas, ¿no? ¿Cómo puede ser imparcial el consenso científico? ¿No es el consenso de una de las partes en una potencial disputa? ¿Ajustarse a dicho consenso no sería tomar partido por una de las partes?

En realidad no. Es un error considerar a los científicos como un grupo homogéneo, como una piña. El consenso científico, es decir,  la visión del universo y las teorías aceptadas por la comunidad científica, pasan por un duro examen antes de alcanzar esa categoría. Esencialmente se trata de la famosa revisión por pares, que muy resumida, se podría explicar de la siguiente manera. Un científico descubre algo y quiere comunicarselo al resto de la comunidad científica, de modo que escribe un artículo y lo manda a una revista especializada. Antes de que el artículo pueda ser publicado, una serie de expertos independientes tienen que dar su visto bueno, evaluando cosas tales como la metodología, la calidad del trabajo, que la conclusiones que se obtengan puedan realmente extraerse de los datos presentados, etcétera. Si estos expertos independientes (y anónimos [3]) dan su visto bueno, el artículo puede ser publicado, de modo que los descubrimientos de nuestro científico pueden ver la luz y ser escrutados por el resto de la comunidad. Esto, por supuesto, no eleva el trabajo de nuestro (o nuestra, quizá) científico a la categoría de consenso científico. Es ahora que su trabajo ha visto la luz cuando el resto de la comunidad intentará repetir sus experimentos o sus observaciones para comprobar si se obtienen los mismos resultados, y no es sino al cabo de una larga serie de comprobaciones por parte de colegas (en el sentido de «gente que trabaja en lo mismo», que muchas veces son rivales encarnizados) que una determinada aportación pasa a formar parte del cuerpo de una disciplina científica.

De modo que lo que sugiere Brian Cox, es que la televisión debe ajustarse al consenso científico para reflejar el conocimiento que ha logrado superar todas las trabas y convencer a una enorme cantidad de expertos en una determinada materia. Pero, ¿entonces? ¿No se puede decir nada que se salga de ese guión? ¿Qué pasa con teorías que aún no han logrado pasar por todos esos filtros? ¿Que ocurre con interpretaciones de la realidad que no son aceptadas por la comunidad científica? ¿No es cierto que determinadas ramas de la ciencia de hoy en día fueron marginales y rechazadas en su momento? Además, ¿cómo sabe el telespectador que  el documental está reflejando dicho consenso científico? ¿Qué pasa con todo esto?

Desde luego que Cox no cierra la puerta a visiones polémicas sobre determinados asuntos. En particular, en su charla, utiliza el ejemplo del cambio climático y la película El gran timo del calentamiento global. Al parecer, en esta película (que yo no he visto) se pone en entredicho que el calentamiento global esté provocado por las actividades humanas (o quizá que el propio calentamiento exista), creando en el telespectador la sensación de que, en contra de lo que nos han contado, existe una seria controversia científica sobre el tema. En realidad, al parecer, no hay tal controversia (o no es de tal magnitud) entre la comunidad científica [4]. Brian Cox no se muestra en absoluto en contra de la publicación de opiniones enfrentadas con el consenso científico, pero lo que cree que no debe ocurrir en una televisión que quiera informar con rigor es que las opiniones personales se hagan aparecer como controvertidas (o incluso silenciadas) teorías científicas. Ojo, que esto no quiere decir que lo que que se pretenda es hacer creer que lo que esté fuera de dicho consenso esté equivocado o sea mentira, sino que no ha pasado los estricos filtros necesarios para llegar a ser algo aceptado por la comunidad científica, si no como verdadero, al menos como meritorio de consideración. Debe quedar claro para el que ve la televisión que lo que se está presentando es una opinión y no parte del consenso científico, y la única manera de que esto sea así es que las personas que hacen los documentales sean claras al respecto.

Por último, Brian Cox pide que los documentales estén hechos con rigor, siguiendo las pautas anteriores, pero sin olvidar que debe despertar las emociones de aquellos que están viendo la televisión. Se debe educar, pero también captar el interés de la audiencia. Según confiesa al comenzar y también al acabar la charla, su serie de divulgación favorita es Cosmos, de Carl Sagan, y la verdad es que es una serie fenomenal, aunque, si hay que sacarle alguna pega sería que se pase de poética y afectada en ocasiones. El profesor Cox presenta tres ejemplos más de cómo presentar datos ajustándose a la realidad pero manteniendo el interés del espectador: el primero es la serie Into the Universe With Stephen Hawkings, todo un derroche de efectos especiales para enseñarnos el espacio. El segundo, mi favorito sin duda, es Inside Nature’s Giants. En el fragmento que se muestra en la charla vemos un ejemplo perfecto de cómo acercar la ciencia desde una perspectiva totalmente práctica: se aprovecha que una ballena ha muerto varada en la playa para enseñarnos in situ la estructura interna de su ojo, y  demostrar cómo puede soportar las enormes presiones submarinas. El último ejemplo es una simpática escena de la serie infantil Space Hopper, donde un parlante planeta Saturno nos explica algunas de sus características.

En resumen, el profesor Brian Cox da tres guías para la realización de documentales científicos (a saber: fidelidad al consenso científico, reflejo de opiniones controvertidas, pero dejando bien claro lo que son, y capacidad de despertar las emociones del espectador) dignas de ser muy tenidas en cuenta no sólo por la Real Sociedad de Televisión británica, sino también por sus colegas que habitan la Piel de Toro [5]. Aunque, decidme pesimista, visto como está el panorama televisivo, cualquier divulgación científica hecha en casa nos puede venir bien.

A continuación podéis ver la primera parte del vídeo de la charla.

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NOTAS

[1] Es relativamente fácil teclear mal el nombre de esta máquina y buscar en Google Large Hardon Collider (cambiando el orden de la r yla d de Hadron). Probadlo y veréis qué chupi. Al parecer incluso periódicos gordos de EE. UU. lo han «escrito mal» es sus ediciones, para regocijo del respetable.

[2] Hace poco comentaban en Amazings sobre un caso en el que unos investigadores había descubierto que un plástico industrial igual no era bueno del todo para la salud de los ratones de laboratorio, y el afamado diario 20 Minutos publicó una noticia con el titular «Un estudio sobre toxicidad de científicos españoles puede poner fin al ‘tupper’». Más información aquí.

[3] Aquí hay una pega que yo veo en el sistema y es que, en esta suerte de «amigo invisible» que es la revisión por pares, el autor no sabe quién o quiénes están revisando su trabajo, pero los revisores sí saben quiénes son los autores. Bajo mi punto de vista esto no es suficiente. Sé que sería muy difícil de poner en práctica, pero lo ideal sería que el revisor tampoco supiera quién es el autor, para evitar corruptelas.

[4] Hace unos años que dejé de pelearme con la gente por esto, así que estoy un poco desactualizado, pero hay una columna publicada en 2004 en la revista Science en la que se revisan 928  publicaciones que mencionan el cambio climático y se encentra que la práctica totalidad relaciona sus causas con las actividades humanas. No sé si la cosa habrá cambiado desde entonces, aunque sospecho que no mucho.

[5] Es justo reconocer que hay programas bastante buenos, como por ejemplo Tres14, en La 2.

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